¿Es el residuo la verdadera amenaza?

Como apuntábamos en el anterior post, los países con más nivel de desarrollo industrial reciclan una gran cantidad de residuos, principalmente vidrio, papel, metal y plástico, entre otros materiales que sí disponen de estructuras y herramientas bien definidas para su separación en nuestra sociedad. Otros países en vías de desarrollo tienen menos nivel de generación de residuos no orgánicos, bien sea por su menor nivel de industrialización o por diferencias culturales en el reaprovechamiento de los mismos. La basura orgánica, sin embargo, se sigue amontonando y acumulando y podemos decir que, hoy por hoy, son los desperdicios orgánicos mezclados la amenaza más grande para la salud de nuestro planeta. Veamos por qué.

Los residuos orgánicos son el conjunto de desechos biológicos producidos por los seres humanos, el ganado, y otros seres vivos y que, por lo tanto, derivan o generan en material orgánico. Lo cierto es que, frecuentemente, nos hemos hecho a la idea de que el residuo orgánico es fácilmente reinsertado en el ciclo vital de la naturaleza, pero lo veíamos en el anterior post: el ser humano genera un volumen de residuo orgánico –mal- mezclado por encima de cualquier otro tipo de residuo no orgánico y, por lo tanto, más difícil de devolver a su naturaleza inicial. Generamos tanto volumen que es casi imposible generar estructuras rentables que sean capaces de absorber de manera eficaz todo este volumen. Al menos, de momento.

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Wikipedia, además, explica de manera muy sencilla por qué el residuo orgánico es además un foco de insalubridad en potencia: entre los desechos orgánicos se incluyen las heces y otros materiales que pueden ser descompuestos por microorganismos aeróbicos, es decir en procesos con consumo de oxígeno. Cuando este tipo de desechos se encuentran en exceso en el agua (como las aguas residuales), la proliferación de bacterias agota el oxígeno, y ya no pueden vivir en esta agua los peces y otros seres vivos que necesitan el oxígeno, generando focos de posibles enfermedades. No debemos olvidar tampoco otro tipo de residuos orgánicos, considerados como desechos peligrosos: son algunos de los residuos biológicos que forman parte de los residuos hospitalarios o desechos hospitalarios, que se producen en Hospitales, centros médicos, y algunos tipos de laboratorios; de los que también podrían derivar en focos de infección no controlados.

Ciertamente: los residuos orgánicos tienen un fuerte impacto en el medio ambiente: contaminan la atmósfera, el suelo y las aguas (superficiales y subterráneas), debido principalmente a sus altos contenidos en materia orgánica -inestable e inmadura- y elementos minerales, y a la presencia de compuestos orgánicos recalcitrantes, metales pesados, fito toxinas, patógenos vegetales y animales, etc., los cuales son altamente contaminantes.

Es un hecho que el residuo orgánico es un problema, no por su naturaleza, sino por el volumen que generan nuestras ciudades: ¿separamos mejor los tetra-bricks y las latas que los alimentos que nos sobran en el plato? Más aún: somos capaces de mezclarlo todo y generar montañas e incluso continentes.

Es el momento de pensar en cual es la mejor manera para atajar el problema de este volumen incontrolado de materia orgánica mezclada. ¿Podemos reenfocar la cultura de generación de residuos orgánicos mezclados? ¿Sería más viable buscar circuitos, alternativas y tecnologías específicas para focalizar en la gestión de los residuos orgánicos mezclados y en su reutilización como recursos? ¿Es posible innovar en la gestión de residuos orgánicos al igual que lo hemos hecho con la gestión y usos alternativos de los residuos no orgánicos?