Residuo no orgánico: el alumno más aventajado

Ya sabemos que la basura sólo puede ser producto o resultado de la actividad humana y de que en función de lo que somos y de dónde vivimos, generamos un tipo u otro de residuo. Una de las clasificaciones más comunes de residuo que encontramos divide a éste en dos grandes tipos según su composición: orgánico y no orgánico.

Vamos a detenernos en el residuo no orgánico. Brevemente, se define como inorgánico todo desecho que NO tiene origen biológico, al contrario, es de índole industrial o derivado de algún otro proceso artificial, por ejemplo: plásticos, telas sintéticas, etc. Los residuos no orgánicos son, por definición, materiales que NO se descomponen de forma natural o tardan mucho tiempo en degradarse, como el plástico, el vidrio, el papel y los metales.

Ciertamente, los desechos que menos tardan en descomponerse son los orgánicos. Podrían tardar unas 4 semanas en degradarse, porque se biodegradan rápidamente gracias a la acción de organismos existentes en la propia materia orgánica y en el suelo. Esto en un entorno en que no se mezclen con desechos inorgánicos o sustancias químicas.

A diferencia de los residuos orgánicos, repasamos la ‘esperanza de vida’ de algunos de los inorgánicos ‘estrella’ de nuestra cesta de consumo. Recordemos que la cesta de consumo dependerá de nuestro estilo de vida y lugar de residencia entre otros factores:

– El papel, que se compone básicamente de celulosa, podría tardar menos de 1 año en formar parte del suelo.
– Las latas de aluminio podrían tardar 10 años aproximadamente en transformarse en óxido de hierro.
– Los tetra-briks, al estar compuestos de una mezcla de celulosa, polietileno de baja densidad y de aluminio, se degradan en unos 30 años.
– El aluminio es uno de los materiales que más tarda en desaparecer.
– El plástico es un material que no se degrada fácilmente. Unos 150 años tardan en degradarse las bolsas de plástico. Las botellas de plástico, que en su mayoría están hechas de tereftalato de polietileno (PET), un material difícil de degradarse, tardan de 100 a 1.000 años en descomponerse.
– Un último ejemplo, las pilas tardan más de 1.000 años en desaparecer.

Nuestra sociedad ha creado conciencia alrededor de todos estos residuos y de los largos años en los que la tierra tarda en ser capaz de volverlos a integrar en ella, si es que lo consigue. Así, conforme generamos conciencia medioambiental, vamos generado estructuras y procesos óptimos para canalizar estos deshechos: contenedores específicos en los que depositarlos, procesos de tratamiento específicos y grandes campañas de concienciación alrededor, entre otras aportaciones.

De hecho, si analizamos la procedencia de los residuos que tiramos a los contenedores, descubrimos que lo que más generamos es residuo orgánico mezclado:

003_01

¿Qué estamos haciendo con los materiales inorgánicos? Se busca transformarlos en reciclables para hacer o derivar en nuevos materiales y usos que en su mayoría son:

Papeles y cartones
Botellas plásticas
Botellas de vidrio
Latas de aluminio
Tetra Pack
Metales

contenedores_02

Así pues, nos encontramos con que el residuo no orgánico, aquel que la naturaleza tarda más tiempo en reintegrar dentro de su ciclo de vida, probablemente debido a ello, cuenta con mejores estructuras y procesos de reciclaje, a diferencia de la materia orgánica no reciclada, cuyo volumen pone de relieve la necesidad de reenfocar el punto de mira de las alarmas sobre el problema del residuo.

Existe alrededor de la presencia del residuo inorgánico en nuestras vidas una ‘mala’ fama a la que precede, por poner un ejemplo, la creencia de que los plásticos, sólo por su naturaleza, ya son dañinos y peligrosos. Y, ciertamente lo son. Pero no por su naturaleza, sino por el volumen, la gestión o el uso que se hace de ellos. ¿Qué contamina más? ¿Un envase de 100 gramos o una tonelada de materia orgánica no reciclada?

El trabajo de concienciación medioambiental alrededor del residuo inorgánico sigue siendo importante y necesario. Reducir, Reciclar y Reutilizar es importante.

¿Y que más podemos hacer para mejorar la gestión de los residuos?