Dime dónde vives y te diré qué tipo de residuo generas
Bajo el guiño de esta frase tan manida en multitud de contextos, hoy nos planteamos una segunda aproximación a la naturaleza del residuo y lo hacemos desde su origen. Podríamos decir que el origen del residuo es, por defecto, el hombre. El ser humano es padre y madre del residuo, y es por eso que podría decirse también que el residuo es imagen y semejanza suyo.
Cada comunidad, en función de sus leyes y costumbres, en función de sus hábitos culturales y sociales, genera un tipo de residuo determinado. No es el mismo el residuo generado por una pequeña comunidad de la región de Laponia, que el que genera una familia de Sri Lanka, de las Islas Cook, Nueva York o Rio de Janeiro. El residuo, a su vez, define a esa comunidad y el grado de evolución o de industrialización al que está sometida.
De la misma manera, nos encontramos que cada región, país o continente, percibe el residuo como algo muy distinto. Para algunos, la basura es un problema, para otros, un recurso, y para algunos otros, quizá ni una cosa ni la otra porque, sencillamente, el residuo aún no ha generado preocupación ni interés.
La percepción del residuo es también diferente en función de lo que leemos en los medios de comunicación y del lugar en que lo hagamos. Os enumeramos algunos ejemplos: si buscamos noticias que estén centradas en el concepto o término ‘basura’ y que estén referidas a los Estados Unidos, en Google, sin ir más lejos, nos van a remitir a noticias en las que se menciona o bien ‘basura espacial’ o bien ‘basura nuclear’ como primeros resultados.
Evidentemente, la basura que generan los ciudadanos estadounidenses de a pie ni es espacial ni es nuclear, pero pone de manifiesto que, el residuo urbano como tal -como basura generada por las comunidades que viven en ese país-, se gestiona de manera óptima, puesto que, a simple vista, el problema de la basura urbana no figura en el top ten de noticias más buscadas, leídas o publicadas.
Por el contrario, la misma búsqueda aplicada a España, pone de relieve que un gran número de noticias giran alrededor de la mala gestión del residuo: huelgas de los servicios de recogida, acumulación de basura en ciudades, falta de higiene, etc. Podríamos decir que, de alguna manera, el residuo es percibido como problema de almacenamiento, puesto que son problemas las noticias que publican los medios alrededor suyo.
La prensa de Reino Unido, por otro lado, juega ya en otros términos: el problema ya no se centra tanto en la acumulación o en la gestión del residuo, sino en el marco legal de las políticas gubernamentales que hacen posible que la producción de energía a través del reciclaje sea más fácil de exportar que de abastecer al propio país o en la capacidad de las propias plantas de gestión de residuo y la producción de energía que de ellas se derivan.
¿Y si buscamos qué noticias se generan sobre el residuo relacionadas con África? Encontramos que éstas vienen referidas a dos conceptos clave: alimentos y electrónica. Que se escriba sobre basura electrónica tiene una explicación fácil y conocida por muchos: la e-basura de los países ricos se recicla en los países más pobres, donde causa gran contaminación y pone en peligro la salud de sus habitantes. En el caso del binomio basura-alimentos, evidencia otra alarma, más conocida incluso: el continente negro pasa hambre y, sin embargo, tira a la basura alimentos.
Más ejemplos: América Latina, que es una gran generadora de residuo. Posee un gran número de ciudades superpobladas con un alto grado de industrialización, a pesar de que una gran parte de su población vive, en muchos casos, bajo umbrales de pobreza más propios de un país tercermundista que de uno en vías de desarrollo. El continente adolece ya de los primeros síntomas de un país con un residuo ‘occidentalizado’, sin embargo, no posee un marco jurídico preparado, ni una base cultural que contemple los principios básicos de reciclaje, propios de la cultura europea. No se respetan porque no existen.
Otro ejemplo más extremo: la basura en el Everest. Se genera residuo a 8.000 metros desde aquellas primeras ascensiones, hace ya un siglo, pero no es hasta que salta la alarma -hace un mes-, y se regula a través de leyes, que las noticias se hacen eco de la acumulación reiterada e histórica que sufre la región por culpa de las expediciones procedentes de los cinco continentes: el residuo es problema cuando alguien lo ve. Si no se ve, pasa desapercibido.
Nos encontramos, en definitiva, ante una realidad compleja, no tanto por la manera en que debemos entender el residuo: sino porque cada una de las comunidades que habitan la tierra, se encuentra en una determinada fase de este proceso. Lo que para algunos es un recurso de valor, para otros simplemente es un sobrante que se acumula o se esconde. Lo que para algunos es ‘alimento’, para otros es ‘nuclear’. Lo que en algunos puntos de la tierra no existe porque no ha llegado el hombre, en otros puede hasta crear un nuevo continente.
Si hablamos del residuo, no existen soluciones que se puedan aplicar de manera homogénea. Deben analizarse y complementarse todas las variables para entender qué se esconde detrás un determinado residuo, y actuar en consecuencia. Esa debe ser la respuesta.
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