Residuo: introducirlo en la economía para excluirlo de la naturaleza

A lo largo de los últimos 20 ó 30 años, las principales potencias económicas han intentado crear estructuras y marcos legales, de ámbito europeo, mundial, regional… (Cumbres, Protocolos, Congresos, etc.) en los que definir y encontrar soluciones que frenen el impacto de la generación de residuos en el planeta: en vertederos (controlados y no controlados), en puntos negros sin localizar, en los océanos, en las calles…

Sin embargo, la lógica medioambiental parece no ser el arma más efectiva para velar por la salud de nuestro planeta. La escasez de los recursos, el empobrecimiento de los combustibles fósiles, la extinción de algunas especies… nada es lo suficientemente importante para frenar el impacto de la actividad humana excepto… excepto el dinero. Parece que ser que nuestra conciencia global como especie no es lo suficientemente fuerte.

Un ejemplo: ¿por qué Alemania tiene las tasas más altas en reciclaje de botellas de la UE? Porque devolviendo una botella, el Estado te da 0’25 euros. ¿Hay algún otro país con el mismo sistema que tenga unos niveles de reciclaje deficientes? Seguramente no lo encontremos. El dinero deriva en reacción, y rápida además. ¿Es posible implantar el modelo alemán en el resto de países? No, porque no todos los países están dispuestos a implantar un sistema con unos costes asociados a esta devolución. El factor cultural es importante. Pero más allá de su puesta en práctica, de si es o no posible, reflexionemos en la teoría: la introducción del factor económico (la devolución del dinero) ha llevado a Alemania a ser un referente.

¿Podemos crear estructuras que nos permitan salvar el planeta desde una perspectiva económica? Quizá sea la única solución real o verdaderamente eficiente: una realidad que tenga el apoyo de los agentes de poder. Empresarios, gobernantes, instituciones… Hemos de empezar a entender que enterrando residuos, enterramos dinero y a apostar por sistemas que desentierren esos residuos y los introduzcan de nuevo en el ciclo económico excluyéndolos por fin de la naturaleza. ¿Es posible que aquellos países que entiendan que la ‘x’ de la ecuación del reciclaje se despeja en euros, en dólares, en libras… tengan la llave del futuro de nuestro planeta? Dejemos de establecer límites y medidas que muy difícilmente seremos capaces de lograr y creemos más y mejores soluciones a medida.